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jueves, 26 de mayo de 2011

¿Sólo somos humanos si somos queridos?

El otro día me preguntaba si existe un punto de no retorno en la degradación moral de una sociedad, un punto, rebasado el cual, se hace poco menos que imposible una regeneración ética desde dentro, cuando la inmoralidad se extiende como una mancha de aceite convertida en algo cotidiano y normal por el efecto pedagógico de leyes injustas, cuando nuestros actos ya no son buenos o malos.

Y si un punto tal existe hoy, probablemente sea el aborto provocado, el derecho al aborto. Teresa de Calcuta decía:

“El peor enemigo para la paz es el aborto. Porque si una madre puede matar a su hijo, y esto es reconocido por el derecho de las naciones, ¿qué puede evitar que un hombre mate a otro hombre?”

Hoy hemos ido a dar testimonio por la vida frente a un abortorio. Asusta la naturalidad con que entran y salen del mismo las mujeres, o se quedan en la puerta a fumar un cigarrillo mientras llega su turno, y hablan y ríen... Dan escalofríos.

Quiero traer dos testimonios para la esperanza, no de esperanza en una sociedad corrompida, sino de esperanza en la fuerza moral de la conciencia, transformadora y la única capaz de hacer que un hombre navegue contracorriente en un mundo perverso.

Saludos,

Winston Smith



miércoles, 25 de mayo de 2011

IBERIA Y CUARESMA

IBERIA Y CUARESMA

Vuelo regular de Iberia Madrid-Estambul, Sábado 16 de Abril víspera del Domingo de Ramos, tiempo de Cuaresma. Los auxiliares de vuelo sirven la comida: menú único a base de pollo. Una azafata va dejando en cada bandeja la siguiente tarjeta:


Me paro a pensar:  Aunque la mayoría de sus ciudadanos profesan el Islam, Turquía es un estado laico, y por lo tanto, no obliga al cumplimiento de los preceptos islámicos, y menos a los extranjeros;  en tiempo de vacaciones, los pasajeros de un vuelo  Madrid-Estambul son principalmente turistas españoles, mayoritariamente no musulmanes. No obstante, y por respeto a la eventual presencia de pasajeros islámicos, Iberia obliga a todo el vuelo a cumplir con el mandato de no comer carne de cerdo, certificándolo por escrito y con el propio membrete de la compañía aérea, en un impreso con codificación interna.

Personalmente no me importó, pues respeto y valoro la convicción de muchos musulmanes, pero yo trato de ser vegetariano y para mí no hubo opción certificada alguna.

No pude menos que recordar que el día anterior fue viernes de abstinencia para nosotros, los cristianos, y pregunté a un auxiliar, mostrándole la tarjeta, si podía decirme si el menú de ese día había sido respetuoso con ello, certificando con tarjeta que la comida no contenía carne alguna y obligando a comer pescado o legumbres a todos los pasajeros volando desde o hacia ciudades de tradición cristiana, (yo me habría dado por satisfecho sólo con que ese viernes hubiera habido al menos una opción sin carne para quien la pidiera).

Amablemente me respondió que el día de antes él no hizo ruta de largo recorrido, que es en las que se proporcionan comidas, y desconocía el menú que se repartió, pero no dejó de decirme, con cara de circunstancias, que esas cosas se van perdiendo, comentario que creo que encierra una respuesta...

Y es que no deja de picarme la curiosidad de saber si verdaderamente Iberia tiene para nosotros, (al fin y al cabo de la casa), al menos, el mismo trato deferente que usa para los musulmanes o si también es de los que sienten que las tradiciones cristianas son imposiciones y las de los otros, no.

Por eso me gustaría saber, ¿alguien ha volado en largo recorrido con Iberia un viernes de Cuaresma alguna vez desde 2007, (año que figura en el código de la tarjeta)? ¿Ha respetado Iberia la abstinencia de los cristianos de comer carne? ¿Ha obligado a todos los pasajeros a tomar pescado? ¿Ha certificado por escrito, y sin pedírselo, que el menú estuviera exento de toda carne?

Me alegraría enormemente que alguien me diera una respuesta afirmativa a estas preguntas.



Saludos,

Winston Smith

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Y ésta ha sido la respuesta de IBERIA:


Madrid, 16 de mayo de 2011


Estimado señor:

Le agradecemos que se haya dirigido a nosotros y le pedimos disculpas por los inconvenientes que le hayamos podido ocasionar con relación al vuelo IB 3760 del día 16 de abril de 2011.

Los menús que le ofrecemos a bordo son elaborados teniendo en cuenta la hora del vuelo, las costumbres del país y las preferencias de nuestros clientes. Nuestro objetivo es ofrecer un servicio satisfactorio, aunque ciertas limitaciones condicionen la prestación de este servicio.

Queremos agradecerle su comunicación e informarle de que todos sus comentarios han sido trasladados a las Unidades implicadas para que puedan analizar la incidencia y contribuir con sus acciones a la mejora del servicio que deseamos ofrecerle.



Atentamente,


Gerente Atención al Cliente

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¿Qué hará IBERIA la próxima Cuaresma?

jueves, 19 de mayo de 2011

Construir la Ciudad común

Mi hija me ha pasado una declaración, “El gusto por construir la ciudad común”, que incluye un interesante y, a mi juicio, acertado análisis sociológico y político de España, aquí y ahora, ante las próximas elecciones municipales y autonómicas.






Confieso que me ha sido particularmente grata la referencia al Cristianismo como esperanza de futuro para la sociedad humana, verdadero antídoto frente a la decepción de otras propuestas fugaces.

Y es que somos muchos los que pensamos que la crisis que padecemos es ante todo una crisis moral. Han sido muchos años de gobiernos obsesionados con una libertad enfermiza y destructiva, medida por su capacidad de romper los valores morales tradicionales, fascinada con la idea de eliminar todo límite al deseo individual, con el quebranto de todo compromiso, de toda obligación, de toda norma. Se ha vaciado de contenido la institución matrimonial civil y con ello han naufragado la fidelidad y el valor de la promesa. Se ha llegado a establecer el derecho a matar a los no nacidos.

El poder político, a golpe de ley, ha extendido esta ideo-patología a todos los sectores sociales, haciendo especial incidencia en las generaciones jóvenes, y ha producido una sociedad enferma de egoísmo.

Por otro lado y para mantenerse, ha promovido en las capas populares la cultura del clientelismo dependiente, la inmoralidad, el fraude y la mentira con los que muchos han conseguido, y mantienen, dinero, ventajas y privilegios injustos. Ha omitido su obligación de vigilancia y control de tantas y tantas ayudas, becas y subvenciones convertidas en dinero fácil para comprar todo tipo de bienes de consumo o para no trabajar.

Y todo esto ha hecho daño, mucho daño en el tejido social, en la capacidad de repartir sacrificios, de compartir bienes, de colaborar para construir, generando, por el contrario, una especie de parasitismo social en el que muchos esperan su turno en el reparto de prebendas obtenidas con el dinero público. A partir de la constatación aritmética de un hombre, un voto, basta mantener con el erario público un número suficiente de “estómagos agradecidos”. Por eso se ha sido necesario eludir toda inspección y control de la veracidad de requisitos y condiciones, por eso crecen como “champiñones” fraudes de todo tipo alrededor de los fondos públicos que financian prestaciones sociales.

Ya estamos sufriendo las consecuencias de este modo insano de gobernar que ha promovido una degradación moral en la sociedad española, en la que ahora todos somos víctimas y verdugos de nosotros mismos, cada vez más aislados, más desesperanzados y más alejados de ese mundo feliz que nos prometieron cuyo único mandamiento sería hacer lo que nos diera la gana, sin miramientos, ni siquiera, con aquéllos que nos quieren y nos necesitan. También ellos son límites a mi libertad.

Por eso no es creíble en absoluto un planteamiento político que pretenda dar soluciones a esta crisis si no lo hace desde una propuesta clara de regeneración moral, de vuelta a los valores cristianos.

Muchas veces me pregunto si hay un punto de no retorno en la degradación moral de una sociedad, un punto en el que las maldades comentadas se enquistan sin solución esclavizando a sus individuos...

La dinámica del poder es perversa.

Winston Smith

miércoles, 18 de mayo de 2011

Yo no soy libre.

Probablemente, la libertad era el valor que mejor representaba el idealismo democrático cuando yo era joven. No es que yo fuera alguien con grandes inquietudes políticas, pero me llegó, como a casi todos, esa especie de axioma que no necesitaba demostración, de que democracia era sinónimo de justicia, igualdad y, cómo no, de libertad para pensar, crear y creer. La gente normal, la gente de la calle, mis vecinos y conocidos, eran gente buena y sensata, por tanto, la suma mayoritaria de sus voluntades habrían de ser decisiones buenas, sensatas y solidarias.

Han pasado muchos años y podría decir que mi experiencia democrática ha sido decepcionante. Hoy muchos españoles, yo incluido, sentimos nuestra libertad amenazada y reducida a un ámbito de discrepancia cada vez más estrecho. He aprendido que no importa tanto la forma de gobierno como el modo en que se ejerce el poder. La libertad de una sociedad no puede medirse por el buen trato que el poder concede a sus partidarios, sino por el que da a quienes discrepan, si facilita y permite esa discrepancia o si la persigue e intenta acorralar y hasta expulsar de la sociedad.

Y hoy, cuando tengo que oir que el poder educativo va a llevar a los institutos la pornografía disfrazada de materia educativa, termino de darme cuenta de la perversión de estos gobernantes que han hecho bueno lo malo; que pretenden que la mediocridad, la ordinariez y la chabacanería triunfen sobre la excelencia, el mérito y la creatividad en unos ciudadanos a los que quieren alienados como súbditos cada vez más embrutecidos.

Hoy, los grandes intereses económicos financian la arrogancia de un poder político que hace de su ideología una nueva religión al servicio de aquéllos, un poder que pretende decirnos cómo pensar, cómo actuar, cómo educar... un poder cainita que considera que todo el que no piensa como él está en su contra y debe desaparecer, un poder, en suma, que nos quiere dóciles borregos.

Por eso, Hay que Pensar, para no ser abducidos por esta nueva “Matrix”.

Por eso, Hay que Creer, para no olvidar lo que está Bien y lo que está Mal.

Bienvenidos a todos los que por aquí pasen.

Winston Smith