Os dejo, pues, con el último capítulo.
7. Poder, Globalización y Democracia.
Bajo la cubierta de Organismos y Conferencias
Internacionales, la Globalización ha implantado, de hecho, centros de formación
del “pensamiento” y de elaboración de directrices y políticas a seguir por los
gobiernos a nivel mundial, supuestamente basadas en la ciencia que ellos mismos
establecen como “oficial” y su concepción del bien general.
Son organismos, incluida la ONU, cada vez más poderosos, que
pueden inducir enormes flujos de capital hacia actividades y empresas que ni
siquiera necesitan demostrar eficacia, rendimiento o utilidad, puesto que su
funcionamiento e ingresos quedan asegurados por leyes y presupuestos públicos,
gracias a las directrices emanadas de estos centros de decisión. Sin embargo, el
control democrático de estos organismos es sumamente deficiente o simplemente
inexistente, y por ello han de resultar muy vulnerables a las presiones de unos
“poderes económicos fácticos”, siempre interesados en las ventajas económicas
que podrán obtener con decisiones a su favor, que no dudarán en sobornar a
políticos y científicos para conseguirlo. Un mínimo control democrático y mucho
dinero en juego son la mejor combinación para que pueda instalarse una
corrupción que reduce la libertad de los ciudadanos y los lanza al servilismo
de intereses económicos ocultos.
Una cuestión de “extraña evolución” ha sido la declaración
de pandemia de la gripe A por los expertos de la OMS. Increíblemente, a pesar
de la alarma creada, todo ha quedado en un brote de incidencia mucho menor al
de una gripe común. La psicosis y el miedo inducidos por la alerta sanitaria de
la OMS ha afectado a muchas personas, sumidas en la desconfianza del contacto,
amigos expulsados por miedo de viviendas compartidas y lugares de convivencia,
viajeros tratados literalmente como apestados en los aeropuertos, indefensos y
sometidos a cuarentenas forzosas en países extranjeros y de tránsito... todo
por el bien general...
Y bajo este pánico inducido los gobiernos seguían dócilmente
otra instrucción recibida, con prontitud para no quedar en entredicho ante la
opinión pública... la adquisición de millones de vacunas contra la gripe A, con
un gasto multimillonario financiado a cargo de los presupuestos públicos. Sería
interesante saber el beneficio obtenido por los proveedores de las vacunas y
los “donativos” que hayan podido realizar.
Finalmente, demostrada la falsedad de la alarma, y dado el
carácter perecedero de las vacunas, los gobiernos se han desprendido de ellas
donándolas o tirándolas una vez caducadas. Aquí acabó la historia de un inmenso
negocio. Pero nada se investigará, no hay claramente un órgano competente para
ello, ni un control parlamentario que exija transparencia total. Sólo el
escándalo público puede hacerles daño, pero eso se previene con la discreción y
el secretismo adecuados. Estos Organismos están por encima de las democracias,
sus decisiones son siempre “bienintencionadas por principio” y amparadas por la
“ciencia”, y si fallan quedan automáticamente justificadas por la eventualidad
de estar “protegido” en caso de que no hubieran fallado y la alegría de que lo
hayan hecho, pues así no hay riesgo alguno...
¿Y quién asegura el rigor ético necesario detrás del IPCC y
todos los Organismos y Conferencias que, como Kyoto, han identificado
calentamiento global y emisión antropogénica de CO2? ¿Qué control
democrático avala sus decisiones? ¿Qué intereses económicos y políticos puede
haber detrás? ¿Cuáles serán las consecuencias de los enormes flujos de dinero
que se están generando y se van a generar en el futuro? ¿Quiénes van a
beneficiarse y quiénes se perjudicarán?
En el reino de la mentira la democracia es sólo una ficción,
porque la verdad nos hace libres y la mentira, esclavos.
Winston Smith-Setiembre 2010.
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Winston Smith