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martes, 21 de junio de 2011

"Quien consiente a su hijo tendrá que vendarle las heridas..."

Me ha llegado un interesantísimo artículo publicado en el sitio web de una asociación sindical de profesores de enseñanza media, secundaria y bachillerato. Se trata de la respuesta del claustro docente de un instituto a las recomendaciones realizadas por la autoridad educativa para, supuestamente, reducir la elevada tasa de “fracaso escolar”.

Entresaco unos párrafos muy significativos por el análisis que hace, a mi juicio muy acertado, sobre las causas de ese fracaso. Ofrezco también el enlace para quien quiera leer el artículo completo y hacer una visita a esta asociación de profesores.


“Los consejos propuestos por la inspección nos parecen desacertados en el objetivo de resolver el fracaso escolar. Nuestros alumnos no suspenden por una incorrecta atención personalizada, ni por un insuficiente método de recuperación, ni por un informe no redactado, ni por el descuido de tanta barbarie e insensatez como han creado las desorientadas últimas leyes educativas...  Nuestros alumnos suspenden porque socialmente se han desatendido tres pilares fundamentales y necesarios para la adquisición de conocimientos, esos conceptos que ustedes tanto temen pronunciar y que sistemáticamente rehuyen en sus manifiestos: responsabilidad, esfuerzo y respeto.

La inmoral búsqueda de clientela electoral ha conducido a crear el delirio a los padres y madres malcriadores de que el emperador de su hogar iba también a ser el emperador en la sociedad. La educación pública está justamente para lo contrario de su interesada manipulación, no para prolongar y consolidar una educación basada en la malcrianza sino para adecuar a esos muchachos malcriados a una correcta socialización en aras del interés general.

Consideramos que desde un punto de vista político, las autoridades académicas son reas de la gran mentira que han vendido socialmente y que, por cierto, no tiene una fácil solución.

Han jugado con uno de los pilares sagrados de la sociedad: la educación de las futuras generaciones. Y algún día cada vez más próximo, esto se pagará a un alto precio.”



Como ya expresé más arriba, me parece un análisis muy acertado y aplicable a la realidad de la educación de muchos hijos hoy en nuestra engreída sociedad de nuevos ricos, tan ensimismada y pagada de sí misma que ni se daba cuenta que pagaba sus excesos con dinero prestado, dinero que no era suyo y que, ahora, hay que devolver y con intereses. Y ello después de haber criado a sus hijos en la filosofía del capricho y el “gratis total”. Muchos derechos y pocas obligaciones.

Está claro que no son iguales, ni todos los jóvenes, ni todas las familias y que las afirmaciones anteriores no pueden extenderse a todos, porque no es verdad. Pero sí es cierto que son muchos los padres que han seguido estos patrones de crianza, o mejor, de  malcrianza, y muchos los hijos malcriados, convencidos de que sus padres nacieron para servirles. Son tantos, que han llevado al Poder a quienes sólo les halagan su paternal vanidad, haciendo leyes que consagran los anti-valores educativos y morales de la irresponsabilidad, la ausencia del esfuerzo y la falta de respeto, promoviendo en gran medida actitudes de parasitismo social.

Por eso, porque en una sociedad que se dice democrática gobierna el que quieren los gobernados, haríamos mal en culpar únicamente a los políticos de este fracaso. Es cierto que producen un gran efecto amplificador con el “efecto pedagógico de la ley”, pero no es menos cierto que dicen a los ciudadanos lo que éstos quieren oír, al menos, en una mayoría suficiente. Culparlos a ellos y exculparnos nosotros es, en realidad, más de lo mismo. El día que muchos ciudadanos estén convencidos de la necesidad de una recuperación moral de la sociedad, asumirán sus propias responsabilidades y estos políticos pasarán como polvo que se lleva el viento.

Pero, primero, hemos de convencernos y pedirnos cuentas a nosotros mismos: preguntarnos porqué nos hemos dejado llevar por esa arrogancia que nos ha hecho olvidar lo que teníamos escrito desde hace tanto tiempo,

“Hijo mío, guarda los consejos de tu padre,
no rechaces las instrucciones de tu madre,
llévalos siempre atados al corazón
y cuélgatelos al cuello:
cuando camines, te guiarán; cuando descanses, te guardarán;
cuando despiertes, te hablarán;
porque el consejo es lámpara y la instrucción es luz,
y es camino de vida la reprensión que corrige.” Prov. 6,20.

“Quien consiente a su hijo tendrá que vendarle las heridas...
sé blando con tu hijo, y te hará temblar;
sigue sus caprichos, y lo sentirás...
No le des autoridad en la juventud
ni disimules sus locuras” Eco. 30,7.

Hasta el próximo artículo, si Dios quiere.

Winston Smith

1 comentario:

  1. Lo malo de algunos padres es que concienten algunas veces a sus hijos por mas que los hijos tengan 40 o 50 años siempre los tratan como unos bebes y tienen que entender que todo hijo cambia con la etapa no es igual un bebe que un adolecente o un joven toda etapa cambia y tienen que ser consientes de ello...

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