Vistas de página en total

lunes, 14 de mayo de 2012

UNA ÉTICA PARA LA SOCIEDAD TECNOLÓGICA: EL CRISTIANISMO. (II)


2.  La crisis ética según la Revelación bíblica.

En primer lugar, el autor bíblico nos advierte que no hay situaciones nuevas en el corazón del hombre, que la condición humana es igual hoy que ayer y que sólo cambian las circunstancias y las formas, pero no el fondo ni el contenido de nuestra propia naturaleza. Son simplemente la vanidad y la conveniencia las que nos hacen ver la realidad de otro modo.

“Una generación se va, otra generación viene… Sale el sol, se pone el sol, jadea por llegar a su puesto y de allí vuelve a salir… Todos los ríos caminan al mar y el mar no se llena; llegados al sitio donde caminan, desde allí vuelven a caminar… No se sacian los ojos de ver ni se hartan los oídos de oír. Lo que pasó, eso pasará; lo que sucedió, eso sucederá: Nada hay nuevo bajo el sol. Si de algo se dice: ‹‹Mira, esto es nuevo››, ya sucedió en otros tiempos mucho antes de nosotros. Nadie se acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que vengan: no se acordarán de ellos sus sucesores.” Ecl 1,4-11.

La Biblia nos enseña que desde el origen de la vida del hombre en la Tierra, la soberbia le invita una y otra vez a rechazar que sea Dios quien le enseñe qué son el Bien y el Mal, y a decidirlo por sí mismo.

“-Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas...” Gen 2,17.

Pero Adán y Eva comieron.

También nos advierte que siempre que el hombre ha cedido a esa prepotencia y se ha puesto en el lugar de Dios, se ha introducido en una dinámica de dolor, de violencia y de muerte que le mueve a su propia destrucción.

“... porque el día en que comas de él, tendrás que morir.” Gen 2,17.

“Al ver el Señor que en la Tierra crecía la maldad del hombre y que toda su actitud era siempre perversa, se arrepintió de haber creado al hombre... La Tierra estaba corrompida ante Dios y llena de crímenes. Dios vio la Tierra corrompida, porque todos los vivientes de la Tierra se habían corrompido en su proceder.

El Señor dijo a Noé: ‹‹Veo que todo lo que vive tiene que terminar, pues por su culpa la Tierra está llena de crímenes››” Gen 6,5-11.

Asimismo, el autor bíblico nos muestra que el punto de partida de este movimiento autodestructivo es, frecuentemente,  la abundancia de bienes. En muchos pasajes bíblicos se señala que la abundancia es el inicio de la rama destructiva de un malévolo ciclo:

Abundancia → Soberbia → Olvido de Dios y su Ley → Egoísmo → Violencia, dolor y muerte

Así, en la abundancia del Edén, Adán y Eva desobedecen a Dios y pierden el paraíso, conociendo el sufrimiento y la muerte a partir de entonces.

“Mira, éste fue el delito de Sodoma, tu hermana: Soberbia, hartura de pan y ociosidad excesiva tuvieron ella y sus villas, pero no dio una mano al desgraciado y al pobre. Se engrieron frente a mí cometiendo abominaciones, y las quité de enmedio en cuanto lo vi.” Ez 16,49.

“Dos cosas te he pedido; no me las niegues antes de morir: Aleja de mí falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: ‹‹¿Quién es el Señor?››; no sea que, necesitado, robe y blasfeme el nombre de mi Dios.” Prov 30,7.

“Jesús dijo entonces a sus discípulos: En verdad os digo: ¡Qué difícilmente entrará un rico en el Reino de los cielos! También os digo que más fácil es que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios.” Mt 19,23.

Para guiarlo por la “senda estrecha” hacia su salvación, Dios entregó al hombre sus Mandamientos en la antigüedad de nuestra civilización y constituyeron la Ley en torno a la que se cohesionó un pueblo, Israel, cuya historia es también la historia cíclica de una humanidad siempre debatiéndose entre la aceptación y el olvido de Dios. A través de ella, Dios se nos revela y nos pone de manifiesto que su Ley es un anticipo de la vida eterna aquí en la Tierra, avisándonos de las consecuencias de su incumplimiento.

En el desarrollo histórico del pueblo judío, el autor bíblico nos muestra cómo una y otra vez se suceden dolorosos períodos para Israel cuando se olvida de Dios, con otros dichosos cuando humilde, abatido y arrepentido, vuelve sus ojos a Él, tras el desastre social. Un largo ciclo de dicha y sufrimiento en el que la arrogancia de una generación que vive en la abundancia conduce a la destrucción del pueblo, y la humillación de un “resto” que vuelve sus ojos a su Creador,  le devuelve la salvación, su restauración.

Esto queda magníficamente descrito en el texto de Nehemías 9,25-37:

“Conquistaron fortalezas y una tierra fértil; poseyeron casas rebosantes de riquezas, pozos excavados, viñas y olivares, y abundantes árboles frutales; comieron hasta hartarse y engordaron y disfrutaron de tus dones generosos. Pero, indóciles, se rebelaron contra Ti, se echaron tu Ley a las espaldas y asesinaron a tus profetas, que los amonestaban a volver a Ti, cometiendo gravísimas ofensas.

Los entregaste en manos de sus enemigos, que los oprimieron. Pero en su angustia clamaron a Ti, y Tú los escuchaste desde el cielo; y por tu gran compasión les enviaste salvadores que los salvaron de sus enemigos.

Pero al sentirse tranquilos hacían otra vez lo que repruebas; los abandonabas en manos de sus enemigos, que los oprimían; clamaban de nuevo a Ti, y Tú los escuchabas desde el cielo, librándolos muchas veces por tu gran compasión. Los amonestaste para que volvieran a tu Ley, pero ellos, altivos, no obedecieron tus preceptos y pecaron contra tus normas, que dan la vida al hombre si las cumple. Volvieron la espalda con rebeldía; tercamente, no quisieron escuchar.

Fuiste paciente con ellos durante muchos años, tu Espíritu los amonestó por tus profetas, pero no prestaron atención y los entregaste en manos de pueblos paganos. Mas por tu gran compasión no los aniquilaste ni abandonaste, porque eres un Dios clemente y compasivo.
...

Ciertamente, nuestros reyes, príncipes, sacerdotes y padres no cumplieron tu Ley ni prestaron atención a los preceptos y avisos con que los amonestabas. Durante su reinado, a pesar de los grandes bienes que les concediste y de la tierra espaciosa y fértil que les entregaste, no te sirvieron ni se convirtieron de sus malas acciones.

Por eso estamos ahora esclavizados, esclavos en la tierra que diste a nuestros padres para que comieran sus frutos excelentes. Y sus abundantes productos son para los reyes a los que nos sometiste por nuestros pecados, y que ejercen su dominio y su arbitrio sobre nuestras personas y ganados. Somos unos desgraciados.”

Esta actitud que Nehemías refleja es el punto final de la rama autodestructiva del ciclo más arriba mencionado, y a su vez es el punto de partida de la rama restauradora:

Violencia, dolor y muerte → Humildad → Retorno a Dios y su Ley → Empatía y generosidad → Abundancia

Este triste y doloroso ciclo en el que el hombre desde la abundancia se engríe ante Dios y se aleja de Él por un camino que le lleva al desastre y cuando acosado por el sufrimiento retorna humilde a su Dios vuelve a encontrar la vida, está maravillosamente descrito en la parábola del hijo pródigo, en el Evangelio de San Lucas, 15:

“¡Padre, dame la parte correspondiente de la hacienda!... El más joven juntó todo lo suyo, patió para lejanas tierras y allí disipó toda su fortuna, viviendo perdidamente. Después que consumió todos sus bienes, vino una muy fuerte hambre sobre aquella tierra, y comenzó a padecer necesidad... Me levantaré, iré a mi padre y le diré: ¡Padre, pequé contra el cielo y contra ti! Yo no merezco ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros...”
__________________________________

Hasta el próximo artículo, si Dios quiere.

Winston Smith

Imagen tomada del blog  http://blog.educastur.es/tendales/category/etica/

No hay comentarios:

Publicar un comentario