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lunes, 7 de mayo de 2012

UNA ÉTICA PARA LA SOCIEDAD TECNOLÓGICA: EL CRISTIANISMO. (I)



Un saludo a todos quienes por aquí pasen. Retomo el blog iniciando una serie de artículos con la pretensión de enfocar la crisis moral de nuestra sociedad, desde una perspectiva bíblica y revelada que muestra esta sociedad inserta, anticipada y en continuidad con el Antiguo y Nuevo Testamentos, y, a partir del profundo conocimiento del hombre que las Escrituras contienen, proponer el Cristianismo como la solución que hoy también colma de sentido, valor y esperanza la vida humana.




RESUMEN

Una vez más, desde “la soberbia y la hartura de pan”, la sociedad occidental se aleja de Dios y pretende sustituir su Ley por una ética humana que está haciendo desparecer la conciencia individual, sin referentes objetivos para el Bien y el Mal, abriendo con ello una crisis moral que, como en ocasiones anteriores de la historia humana, la conducirá, con toda probabilidad, por un camino de violencia y autodestrucción.

La novedad en esta ocasión, puede ser la existencia de poderosos recursos tecnológicos para el control psíquico y represor de la población, junto a las técnicas de  manipulación genética, que están apuntando la posibilidad de fabricar humanos para ser utilizados con los fines deseados.

Es el camino hacia el colapso emprendido por la ‹‹ Civilización del egoismo››, que sólo podrá detenerse volviendo de nuevo los ojos a Dios con humildad,  recuperando la moral cristiana como medio de cohesión social desde la conciencia individual y promoviendo la ‹‹ Civilización del Amor››.



(El presente artículo está organizado como un comentario al escrito por el profesor D. Francisco García Novo, titulado “Una ética para la sociedad tecnológica”, publicado en el libro ‹‹Implicaciones Éticas en algunos debates científicos›› y editado por el Instituto de España. Las citas están extraídas de él.)



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1.  Percepción y enfoque de un problema ético en nuestra sociedad.

“Después de un largo proceso cultural, apoyado en el progreso científico y tecnológico, el comportamiento de los países desarrollados y de las minorías dominantes se articula en torno al poder, la tecnología y el control, sin rechazar la violencia para perpetuarlos.

Una humanidad sometida a sugerencias (seducciones) que la independizan de su religión y también la alejan de su origen cultural.

Tomando la sugerencia como punto de partida, el conocimiento es la clave que permite orientar el comportamiento social de las democracias occidentales en torno al bien común.

La sociedad tecnológica debería reformular su base ética incorporando la responsabilidad que supone el uso de la tecnología”
 

En mi opinión, muchos pensadores, filósofos y moralistas de la sociedad occidental están contagiados de una excesiva complacencia, amplificación y sobrevaloración de las capacidades científicas y tecnológicas actuales, y este embelesamiento les lleva a considerar como si, “tras un largo proceso cultural”, nos encontráramos en una encrucijada ética única y singular, totalmente nueva y nunca vivida en la historia humana. Es decir, un  proceso cultural lineal desde la ignorancia hasta el paradigma del conocimiento, “la burbuja tecnológica”. Y así, se contempla el problema moral desde una prepotencia involuntaria pero evidente, cuando se declara:

“Desaparecida la ética religiosa y no reconocida la ética natural, queda la opción de una ética nacida del conocimiento personal…

… y rechazadas como fuentes de Derecho las consuetudinarias, la religión (o la divinidad)… la sociedad se debate en la necesidad de organizarse por consenso democrático mediante disposiciones pragmáticas de carácter transitorio.”

Esta prepotencia, no exenta de ingenuidad, impide reconocer e identificar similares crisis ético-morales en sociedades anteriores, sobrevenidas cuando en situaciones de abundancia, los individuos se dedican al disfrute personal y egoísta, olvidando actitudes de esfuerzo cooperador y renuncia compasiva. Un movimiento hacia el egoísmo puro y duro que se describe eufemísticamente afirmando que “el individuo gana espacio para su expresión frente a los postulados religiosos”. Este presuntuoso desenfoque en el análisis de la evolución moral de una sociedad hace muy difícil, sino imposible, extraer consecuencias de anteriores y similares desviaciones de la moral individual y social.

“Parece que los ciudadanos de la burbuja tecnológica, rotas las amarras con su origen cultural, hubieran perdido los referentes éticos de su vida. ¿Qué ha quedado de las raíces éticas? ¿Qué fundamentación puede soportar ahora una actitud ética?”

Pregunta que puede reformularse de un modo menos edulcorado, más certero quizás:

Desaparecidas las bases externas de la conciencia individual, ¿para qué necesita el individuo de la “burbuja tecnológica” una ética que limite su comportamiento, que ponga algún freno a sus deseos? ¿Por qué debe privarse de lo que le apetece? ¿Por qué debe aceptar perjuicios propios que benefician a otros? ¿Por qué es necesaria una ética individual para la supervivencia de la especie? ¿Por qué es necesaria la supervivencia de la especie humana, si ello perjudica el disfrute o la conveniencia individual ahora?


Hasta el próximo artículo, si Dios quiere.

Winston Smith

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